miércoles, 1 de febrero de 2012

Ascensión al Veleta (Sierra Nevada)

Doce de Noviembre de 2011, el día anterior había logrado engañar a David, el biólogo y técnico de la Junta de Andalucía para irnos a Sierra Nevada. Cuando llegamos a la estación de Esquí el espectáculo que había ante nuestros ojos era así de bello. Al final medio equipo de la Junta y medio equipo de Aspra, vamos David y yo nada más.


El camino que nos esperaba por delante prometía ser de piedra, nieve, y casi seguro que hielo, no llevábamos crampones ni piolet, ni rumbo fijo, decidimos ponerlo hacia el Veleta y hasta donde pudiéramos llegar.


Según íbamos subiendo comentábamos las características biológicas de un lugar así e incluso viendo algunas especies de insectos y arácnidos que vivían sobre el hielo. Especies endémicas de Sierra Nevada que me guardo para poneros en otra ocasión.


Arriba en lo alto a nuestra derecha el observatorio astronómico y las huellas de alguien que parecía haberse dirigido en aquella dirección


A nosotros, sin embargo, nos esperaban por delante las pistas de esquí de Sierra Nevada. Al ir hablando nos despistamos y dejamos atrás la desviación que nos llevaba al Veleta así que en lugar de dar la vuelta atrás, como dos valientes, o quizás como dos inconscientes decidimos cortar por lo sano y subir de frente por el borde de las pistas de esquí.


Poco a poco íbamos ganando en altura y en belleza del entorno que nos rodeaba, con el sol brillando sobre la nieve y el hielo y la gélida temperatura de entre 0 y 3 ºC que no nos abandonaba según mi Suunto, eso sí amenizado por un viento helado que bajaba la sensación térmica algunos grados más.


De hecho ese viento nos permitía disfrutar de un precioso espectáculo que si ampliais la foto de abajo y os fijáis bien se aprecia mejor, las ventiscas en las que la nieve polvo forma nubes de cristales gélidos sobre la superficie, moviéndose como si sonara un vals.


Poco a poco el Observatorio que antes veímos a lo lejos bastante encima de nosotros, iba quedando más abajo y más guapo.


Y más o menos de esta guisa íbamos, poca piel dejábamos a la vista sindo difícil en ocasiones, el poder oírnos. Aquí David en un descanso.


Por encima de los 3100 metros las condiciones del suelo comenzaron a empeorar por la ruta que habíamos escogido al menos, la nieve tenía encima una dura costra de hielo, difícil de romper con las botas. La falta de crampones, nos hicieron llevarnos un susto en forma de resbalón. Era hora de parar a comer, descansar y pensar en el regreso. No merecía la pena jugarse el tipo sin crampones ni piolet, por 195 metros, ya habría mejores ocasiones para volver a la cumbre, quizás no en invierno o al menos con material en los pies y las manos para ello.



Además la bota que algún excursionista había dejado boca abajo seguro que nos estaba indicando que mejor dejarlo para otra vez, que ese día era hora de colgar las botas. Así que muy a nuestro pesar, así lo hicimos y volvimos de nuevo a la estación y a la cafetería del albergue universitario donde una reparadora clara con su tapita nos esperaba.


Ese día el resto del equipo nos esperaba abajo, y tenemos que darle las gracias a Vanesa por la suculenta cena con la que nos obsequió y que terminó de reparar nuestras mermadas fuerzas y cansados cuerpos.

Y muchas gracias también a David, por dejarte engañar ese día y acompañarme en esa preciosa excursión, por compartir conmigo tus extensos conocimientos sobre la flora y la fauna andaluzas en general y las de Sierra Nevada en Particular, viendo las fotos me acuerdo del magnífico día y casi se me olvidan las penurias de nuestras manos durante la bajada. 
Un Abrazo amigo.

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